¡Ayudemos a Federico!

Desde este blog quiero iniciar una campaña –que espero cuente con el apoyo de mucha gente- con el fin de recaudar fondos para pagar la multa que la jueza Inmaculada Iglesias ha impuesto a Federico Jiménez Losantos.

Sé que la sentencia no es firme y que –con toda seguridad-, cuando se resuelva el recurso que Federico ha anunciado interpondrá, la Justicia dará la razón a la voz más libre de la radio española.

Pero, mientras tanto, creo que todos los que le escuchamos, leemos o vemos en COPE, El Mundo o LDTV, debemos mostrarle todo nuestro apoyo, no sólo expresándolo de viva voz, sino también ayudándole a pagar esa multa que la sra. Inmaculada Iglesias le ha impuesto; porque, si bien es una condena contra Federico, también es una condena contra todos los que queremos que se sepa toda la verdad acerca del 11-M, contra todos los que nos sentimos identificados con lo que Federico defiende cada mañana en la COPE, esto es, España y la libertad, y contra uno de los pilares sobre los que se ha de sustentar cualquier régimen democrático: la libertad de expresión.

Esa multa que se pretende cobrar a Federico asciende a 36.000 €. Pero, fíjense, aunque pueda parecer mucho dinero, no lo es, porque: si 36.000 personas colaborásemos con uno -¡tan sólo uno!- de nuestros euros, conseguiríamos esos 36.000 €. Tan sencillo como eso.

Federico, desde COPE, ha puesto en marcha importantes campañas para recaudar dinero, por poner un solo ejemplo, para la AVT, cuando el Gobierno socialista de ZP les denegó las ayudas que hasta entonces habían percibido.

Ha llegado el momento de que ayudemos a una de las personas que más decisivamente contribuyó a la causa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, para que la AVT pudiese seguir adelante en su defensa de la Memoria, la Dignidad y la Justicia.

Ha llegado el momento de que ayudemos a la persona que acogió, reconfortó, y consiguió mantener unidos a los 10.000.000 de españoles que quedaron huérfanos el 11-M.

A través de esta entrada en el blog pretendo impulsar una campaña para la recaudación de esos 36.000 €, y, para ello, creo que debemos solicitar la ayuda de COPE: pidiendo que se abra una cuenta o que se distribuyan huchas por las emisoras de COPE para que, así, todos los que queramos, podamos ayudar a reunir esos 36.000 €.

Habrá quien piense que reunir ese dinero no supondrá ninguna dificultad para Federico, pero, aunque así fuese, el valor simbólico del gesto de reunir esos 36.000 € con aportaciones de los oyentes, creo que sería, no sólo una forma de expresarle nuestra gratitud, sino de demostrar nuestra responsabilidad como ciudadanos.

Por todo eso, por España, por la libertad, apelo a todos los que lean este texto a que hagan lo posible para que esta iniciativa prospere. Se lo debemos a Federico. ¡Ayudémoslo! Nos costará poco y demostrará mucho.

El Bloguero Calzaillero.

Las cejas a lo Z y el canon

10/02/08

Ante la cercanía de las elecciones generales, esa nueva aristocracia de opulentos progres y egos hinchados que puebla el mundo de la farándula y el títere patrio ha entrado en campaña mostrando su apoyo a Zapatero. Este hecho no ha de sorprender a nadie, pues los que ahora lo respaldan son los mismos que lo llevaron en volandas, al son del 'No a la guerra' y otros cánticos, a La Moncloa, los mismos que, no hace mucho, reclamaban un «cordón sanitario» para aislar al PP.

En España, a diferencia de los EE.UU. donde la gente del mundo del espectáculo contribuye económicamente a las campañas de los políticos realizando donaciones millonarias, los artistas se nutren no ya del dinero del partido o dirigente político al que apoyan, sino del de todos los ciudadanos, a través de subvenciones o de impuestos como el canon digital, aprobado -¡oh, casualidad!- por Zapatero y su PSOE. Es ahí donde está el quid de la cuestión: los miembros de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) no son más que «los chicos del canon», y, aunque así lo proclamen, sus motivaciones no vienen tanto de la búsqueda del bien común o la defensa de los principios en que creen, como de su amor a la pasta. Y, claro, se da la situación de que si Zapatero no gana las próximas elecciones, el canon se suprimirá y, por tanto, la pasta que ya casi sentían en sus bolsillos nunca llegará a llenarlos. Así, muchos han pasado de loar a Franco -en tiempos pretéritos- o levantar el puño -más recientemente-, a alzar la ceja y defender la alegría, cuando lo único que en realidad desean es que aflojemos la guita y paguemos el dichoso canon.

Garantes de la libertad, guardianes de la democracia

03/12/07

De nuevo, los terroristas etarras han vuelto a demostrar qué es lo único que saben hacer: asesinar. En esta ocasión, han dirigido su punto de mira hacia dos jóvenes agentes de la Guardia Civil, a los que han tiroteado por la espalda. Han asesinado a Raúl Centeno y han herido gravemente a Fernando Trapero, de 24 y 23 años de edad, respectivamente. Raúl y Fernando, dos nombres de dos de los muchos ángeles custodios que, desde sus puestos en los distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, velan por nuestra seguridad, protegen nuestra democracia, salvaguardan nuestras libertades. Es éste un momento -debería serlo siempre- en el que todos los españoles deberíamos expresar, cuando menos, nuestro agradecimiento, respeto y admiración hacia estas personas que arriesgan sus vidas, día tras día, para que todos podamos convivir en paz y libertad, en ésta nuestra nación, en España. Hagámoslo pues: Condenemos el terrorismo etarra, rindamos tributo a las víctimas, a la Guardia Civil, a la Policía, y al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hagámoslo pues: Respondamos masivamente a la convocatoria para que nos manifestemos frente a todos los ayuntamientos de los pueblos y ciudades de España. Hagámoslo pues: El lunes 3 de diciembre, a las 12 de la mañana, frente a los ayuntamientos, pero hagámoslo, sobre todo, no sólo entonces, ni únicamente allí, sino todos los días, donde quiera que nos hallemos; por la memoria, la dignidad y la justicia, por la libertad y contra el terrorismo.

Calderón, un extremeño en la cumbre

Español, extremeño, de Villanueva de la Serena. Con un ocho a la espalda y un par de alas de cigüeña por brazos, José Manuel Calderón sobrevuela, desde la temporada 2005-2006, las canchas de EEUU, y ahora, durante la disputa del Eurobasket, de nuevo, de España; como cuando jugaba en el Lucentum de Alicante, en el Fuenlabrada, en el TAU Vitoria, o en el Doncel de Villanueva, donde comenzó la meteórica carrera que le ha llevado a la mejor liga del mundo: a la NBA.

Calderón es Marca Extremadura, y de la buena. Un extremeño de pro. Nuestro mejor embajador en los EEUU y Canadá. El primer jugador español en ganar un partido de playoffs en la NBA. Un “number one” que casi todo lo hace bien en ese deporte de la pelota y la canasta.

“Mr. Catering”, como lo llama Andrés Montes, dirige la orquesta española con maestría, tira del carro cuando toca, reparte juego como nadie y encesta triples de los que te levantan del sillón.

Practica un básquet pata negra de bellota. Y, lo mejor de todo es que, aunque se halla en la cumbre del baloncesto internacional, mantiene los pies en el suelo, la humildad intacta y aún un enorme potencial de juego por desplegar. Es seguro que nos seguirá deleitando con su ba-lon-ces-to, que diría “Pepu”, durante muchos cuartos, partidos, temporadas, años. Disfrútenlo.

Inmigración y sueños frustrados

Los telediarios del pasado martes, y las fotografías de portada de la mayoría de los periódicos del miércoles, mostraban cómo la desesperación puede llegar a calcinar el alma, e incluso a incendiar algo menos etéreo, como es el cuerpo. En este caso, el cuerpo de un inmigrante rumano que, como acto extremo de protesta ante los organismos públicos que habían despachado sus peticiones de ayuda económica para regresar a su país, enviándolo los unos a los otros, prendía fuego a su propio cuerpo frente a la Subdelegación del Gobierno en Castellón.

El visionado de tan sobrecogedoras imágenes desata, en cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, un torbellino de sensaciones, ninguna de ellas agradable, e, inevitablemente, nos lleva a preguntarnos cuán elevado no sería el grado de frustración de este señor para llegar al punto de prenderse fuego a sí mismo, pero, también, a reflexionar acerca de ese drama humano constante que es la inmigración.

Aunque Rumania forma parte de la UE y, por tanto, sus ciudadanos pueden circular libremente por los países de la Unión, la situación laboral y las condiciones de vida de la práctica totalidad de los inmigrantes rumanos en España no es distinta de la de los inmigrantes que proceden de países no integrados en la UE.

Lo acontecido el pasado martes es una muestra, quizá más llamativa, pero no por ello más terrible (aunque tampoco menos), de lo que, de un tiempo a esta parte, podemos contemplar casi a diario. Una muestra más de las tragedias que tienen como tristes protagonistas a inmigrantes. Una muestra más que viene a reforzar las tesis que defienden la necesidad de regular la inmigración, de que ésta esté sometida a un control y de que los inmigrantes lleguen con un contrato laboral, por el bien, sobretodo, de esas personas, que son estafadas por las mafias, que entregan todo lo que tienen a cambio de una promesa de un puesto de trabajo que les permita ayudar a sus familias a salir de la pobreza para, juntos, poder alcanzar una vida mejor; y que comprueban, cuando llegan al paraíso prometido, que éste no es tal.

Adios, maestro Umbral

Ha muerto Francisco Umbral. Y se han congelado las hojas de periódico en verano. Se han quedado sin la bufanda blanca que las resguardaba cuando el tiempo lo requería, y cuando no, también, pues sabían que en Septiembre, cuando el calor se evaporara, de nuevo estaría allí, manchada de letras y lista para liársela al cuello.

Ya no miran desde lo alto aquellas oscuras gafas de pasta acariciadas por la cabellera cana que vestía tan privilegiado talento.

Los placeres y los días. Y tanto. Su placer, dijo, fue escribir; el nuestro, leer lo que escribía, casi todos los días.

Hacía de la prosa, poesía. Convertía lo cotidiano en extraordinario. Al político lo transfiguraba a humano. Al anónimo lo daba a conocer. Sólo con letras, con unas pocas palabras, en esas columnas que escribía desde su trono de mimbre.

Él se ha ido, pero es seguro que su obra perdurará, y será estudiada y apreciada por las generaciones futuras.

De políticos y sillones

El panorama político español se asemeja al tradicional juego de la silla, sólo que, en este juego, en el que los participantes son los políticos, hay más de un ganador –aunque sólo uno se alce con el triunfo definitivo- y, en lugar de en sillas, se busca acomodo en los sillones del Congreso, del Senado o de los Parlamentos Autonómicos; en el coche oficial o en algún “despacho con vistas”.

El sillón, que no es más que la metáfora cutre y en cueros del poder, es el gran igualador de la clase política española. En lo que a la búsqueda del sillón se refiere, no existen, como sí ocurre en la práctica totalidad de los asuntos que se debaten a diario, grandes diferencias entre unos partidos y otros.

Pero, hasta en esa clase política, casi uniforme en lo que respecta a su hambre de poder, encontramos que no todos son iguales, pues, entre ellos, los que destacan son los que ocupan los sillones de primera fila y se dedican a asignar los otros sillones a sus conmilitones, lo que no dejaría de ser normal si no fuese porque el único objetivo de algunos de esos repartos es el de contentar al máximo número de “familias” posible para, así, evitar rebeliones, practicando para ello, en multitud de ocasiones, auténticos encajes de bolillos y olvidando por completo, a la hora de designar a unos u otros, la meritocracia, sistema por el que se atiende a unos criterios de competencia y capacitación, que en toda organización deberían primar, para decidir acerca de ascensos, fichajes, destituciones, relevos, designaciones, etc.

Encontramos, también, a los que, una vez han ocupado una de esas cómodas poltronas, no las quieren abandonar bajo ninguna circunstancia, llegando a abdicar total o parcialmente, si es preciso, de sus principios e ideas para mantener las posaderas en tan exclusivo asiento.

Para terminar, y para que nadie en los partidos se disguste, están las promesas de futuros sillones para aquellos que renegaron del que ocupaban, para los que no fueron adjudicatarios de uno acorde con la que creían era su categoría o talla política, y para aquellos otros que se quedaron, en su momento, sin asiento.

Entre tanto, los ciudadanos “de a pie” asistimos perplejos, entre avergonzados e irritados, a este patético espectáculo con el que, con cierta frecuencia, nos “deleitan” nuestros representantes políticos.

Regás, ¿matiza o atiza?

Leo que la sra. Regás ha matizado las declaraciones en las que manifestaba la alegría que le producía que se vendiesen cada vez menos periódicos.

Claro, si uno lee “Regás matiza” rápidamente piensa: “la mujer se equivocó (ya tiene una edad, las facultades mentales –igual que las físicas- se ven mermadas), pero se ha dado cuenta y ha intentado corregir su error. Eso está bien”.

Pero no, nada más allá de la realidad porque, cuando se lee el titular completo (Regás matiza ahora que sólo se alegra de que se vendan menos diarios "de extrema derecha") se descubre que su objetivo no era matizar sino, más bien, atizar, aunque no se sabe muy bien a quién, o mejor dicho, sí se sabe, lo que ocurre es que basándonos en sus palabras no atiza a quien presumíblemente -y conociendo de que pie cojea- deseaba atizar.

Si nos atenemos a lo dicho por Rosa Regás y a los datos de venta de periódicos (El Mundo y La Razón llevan un tiempo experimentado un crecimiento sostenido en sus ventas, sin embargo El País y ABC se venden cada vez menos) concluiremos que, cuando la señora Regás habla de que se alegra de que los “diarios de extrema derecha” se vendan cada vez menos, se refiere a estos dos diarios. No a uno o a otro, sino a los dos, pues habla de “diarios”, en plural.

Así pues, permanezcan atentos a la prensa de papel, porque seguro que mañana o pasado mañana encontraremos en El País una Tribuna de Juan Luís Cebrían y en ABC una Primera de José Antonio Zarzalejos, durísimas ambas, defendiéndose de los ataques de doña Rosa y haciendo una encendida defensa de la libertad de expresión.