03 agosto 2007

Censores reprimidos

Las hordas progres no pueden aguantar que se les critique o se les lleve la contraria. El que haya quien discrepe de ellos, les molesta; pero el que aparezca alguien que ose hacerles frente y no se achante ante amenazas, campañas de acoso y derribo, descalificaciones o insultos, les disloca por completo.

Si las voces o medios críticos, después de sus tremebundos ataques, no ceden ni se callan, ellos piden, más bien exigen u ordenan, que se les tape la boca, que se les amarren las manos; porque, en el fondo eso de la libertad de expresión nunca les llegó a convencer del todo, salvo si los que hacen uso de esa libertad son ellos mismos.

Así, con la excusa del secuestro de El Jueves, algunos bloggers de la órbita progre (Eduardo Madina, Ignacio Escolar,...) se lanzaron en tromba a pedir el secuestro no se sabe muy bien si de los micrófonos de la COPE, del periódico on-line Libertad Digital, o directamente de Federico Jiménez Losantos, quién es, en realidad, el auténtico objeto de su obsesión.

Y, después de las propuestas de secuestro de los progre-bloggers, llegó el turno de Juan Luís Cebrian (el que fuera Jefe de los Servicios Informativos de RTVE en los últimos años del Franquismo y, desde hace unos años y por obra del todopoderoso don Jesús, Académico de la RAE) y encendió la traca final, en forma de un largo artículo en El País titulado “La poca vergüenza”, que, pese a lo que pueda parecer, no es un retrato autobiográfico, sino el resultado en letra escrita de un berrinche de proporciones ciclópeas fruto de la desestimación de una querella que, el propio Janli, había interpuesto contra Federico Jiménez Losantos.

Si la forma del artículo, es decir, cómo está escrito, no se corresponde con lo que cabría esperar de todo un señor Académico de la Real Academia de la Lengua Española, en lo que respecta al fondo, se aprecia, fuera aparte del enfado por ser contrariado por el juez o del odio que, parece, siente hacia ciertos periodistas, medios e instituciones; la fobia a la libertad de expresión que padece el personaje, que quizá lo que desearía, según se intuye en su escrito, es que retornaran aquellos tiempos en los que había alguien que determinaba qué se podía decir y qué no, aquellos tiempos en los que él era Jefe de los Servicios Informativos de RTVE, con el beneplácito del Régimen. Pero, desgraciadamente para Cebrían, el futuro ya no es lo que era.

Enlace recomendado I

Enlace recomendado II

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Para eso exactamente está El País: cucharadas de doctrina con una mano (¿izquierda?) y estopa con la otra (¿derecha?), respetar a los jueces o desrespetarlos, decir si estamos en guerra con Oceanía o con Eurasia, establecer si debemos sentir calor o frío.

Anónimo dijo...

Pues sí.

Elentir dijo...

A estos caballeretes de la progresía se les está viendo el plumero. En todo caso, no debemos olvidar de dónde salió Janli: fue el último director de la TVE franquista. Se ve que no ha cambiado gran cosa desde entonces.