19 mayo 2007

El mercadillo electoral

Las campañas electorales se parecen cada vez más a los tradicionales mercadillos que, desde tiempos inmemoriales, han ocupado las plazas y calles de nuestros pueblos y ciudades. En los puestos de las distintas organizaciones políticas se ofertan todo tipo de productos, siempre marcados con las siglas, lemas y símbolos del propio partido. Encontramos desde las -casi desparecidas- chapas, hasta las –picantes- tangas, pasando por los -tradicionales y siempre exitosos- mecheros (que aún regala y/o vende el PSOE, a pesar de que, no hace mucho tiempo, algunos de sus dirigentes decían aquello de que fumar es de derechas).

Ahora bien, es necesario precisar que, como en todo grupo humano, en los partidos políticos se encuentra gente de toda clase y condición: individuos buenos y malos, sujetos competentes e inútiles, personas honradas y otras sin principios ni escrúpulos.

La cuestión es saber discernir entre esos políticos, equiparables a vendedores que intentan embaucarnos y encasquetarnos una mercancía averiada, sin que nos percatemos de qué tenemos entre manos hasta tiempo después cuando, ante cualquier protesta o reclamación, nos contesten con un “si te he visto no me acuerdo” o un “hasta dentro de 4 años, baby”; y esos otros políticos, comparables a los comerciantes que despachan buen género y productos de calidad, que procuran lo mejor para los ciudadanos. Elijamos pues.


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