08 junio 2007

Premiando la hipocresía

Recientemente, se ha concedido el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional a Al Gore, que será galardonado, según manifiesta el Jurado que le ha otorgado dicho premio, “por su decisiva contribución al progreso en la solución de los graves problemas del cambio climático que amenazan nuestro planeta y que hacen estrictamente necesaria la cooperación internacional para su solución”.

Se le premia por su contribución a la solución del problema del cambio climático, dicen. Sin embargo, este problema, según muchos científicos, no es tal. Estos científicos avalan su posición con numerosos datos que contradicen la teoría difundida por Gore de que el cambio climático es algo excepcional y peligroso, o de que el CO2 es la causa de dicho cambio climático. A este respecto, les recomiendo, si quieren conocer en profundidad algunos de los datos en los que basan sus argumentos estos científicos, el documental “The Great Global Warming Swindle” (“El gran engaño del calentamiento global”), que resulta especialmente esclarecedor.

Pero, independientemente de que sean estos científicos o los que apoyan las tesis de Gore, los que lleven razón, lo que es evidente es que el señor Gore hace un discurso que no se corresponde con sus actuaciones pues, mientras predica que debemos reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 para evitar el cambio climático, él no se corta un pelo en lo que a consumo energético se refiere, como pudimos comprobar hace no mucho tiempo, cuando salieron a la luz las factura del consumo eléctrico de su mansión de Nashville (Tennessee) que supera 20 veces el gasto medio de las familias americanas. También, en cuanto a la emisión de sustancias dañinas para el medio ambiente, podemos comprobar cuán coherente es con su doctrina ecologista, pues como ha quedado constatado, entre 1998 y 2003, la cuenca en la que se halla un complejo minero de su propiedad, situado en Carthage (Tennessee), emitió nada menos que 1,8 millones de kilos de sustancias tóxicos al aire y el agua.

Estos son algunos de los hechos y datos que hacen dudar de que el señor Gore sea precisamente un ejemplo a seguir y que lo invalidan para dar lecciones de moral y de ecología. Si de verdad creyese lo que predica sería el primero en aplicárselo, pero no lo hace, y esto demuestra cuán hipócrita es, lo que, según parece, no representa ningún impedimento para que se le conceda un premio Príncipe de Asturias.


4 comentarios:

Claudedeu dijo...

Como ovetense y asturiano -y claro está, español- me averguenza que un tipo como Al Gore, hipócrita donde los haya, que va hablando de calentamiento global e intentando azotar las mentes inservibles de los progres con cuentos chinos, pisen mi ciudad. Y más me avergüenza que le den un Premio Príncipe, reputado donde los haya, a él.

A ver si de paso nos regala un poco de ese cinq -o zinc, que para el caso, patates- que tiene y que tanto contamina. ¡Oh, no, disculpen, que él sólo devuelve a la Madre Naturaleza lo que es de la Madre Naturaleza!

Enhoraburena por el blog. Me alegro de haberlo encontrado. Te agrego a mi lista de enlaces ;)

Un saludo.

El Cerrajero dijo...

Al Gore, gran hipócrita giliprogre y --precisamente por esto-- ya se ha ganado un puesto de honor en el pesebre de los titiriteros.

P.D. También te felicito por el blog.

Anónimo dijo...

Enviado a las 08/06/2007 16:37:38 por Imperter
Hola.
Si, hace ya un tiempo que los premios Príncipe de Asturias han dejado de ser, para mucha gente, unos premios de prestigio, precisamente por lo incongruente de concesiones como ésta a Al Gore.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Paul Krugman, Paul Auster, Al Gore.......